¡Oh! ¡Jilguero de la vida!
¿Cómo encuentras la verdad en las gerberas?
¿Cómo escondes el color de las penumbras?
¿Cómo llenas de sabor las acuarelas?
¡Oh! ¡Mis dos estrellas resplandecientes!
Cuanta luz me han sabido dar,
cuanto añil hay en sus brazos,
cuanto llanto esconden sus praderas.
El anís de la alacena
ya no tiene la misma candidez,
está más vivaz.
Y es que vi al jilguero revoloteando
en la vasija verde riachuelo,
después de haber creído en las yemas rojinegras,
y antes de condimentar la aguada realidad,
que desde siempre lo inquietó por su gustar incompleto.
¡Oh! ¡Mis dos estrellas resplandecientes!
No piensen que el jilguero va a volar fuera del nido,
o que vaya a despintar el ámbar de su estero,
porque ustedes son la única razón de su ser,
y el sustento de su canturrear.
¡Oh! ¡Mis dos estrellas resplandecientes!
Ustedes sí que saben perdonar
el dolor que les causó el oscuro despertar.
¡Oh! ¡Mis dos estrellas resplandecientes!
Nunca dejen de brillar.
La fortuna me trae hasta sus pies... Y ahí me detengo, maravillado por todo ese talento.
ResponderEliminarEspero me señale el camino a sus estrellas para que, con un poco de suerte, y quiza no sea mucha, aprenda un poco de usted.
Me quedo por aqui, si no le molesta.
Me pone de maravilla leer sus palabras,
ResponderEliminarlas puertas están abiertas,
no hace falta que se las abra...
Muchas gracias por pasarte, y comentar.
Ya andaré por tu blog para leer un poco, si no te molesta.
Saludos!
Holaa! No entiendo mucho de poesía pero me encantaaron estos versos, por el momento no tuve tiempo de leer más entradas pero cuando tenga ocasión me pasaré por aquí sin duda :)
ResponderEliminarUn saludo :)
Muy buena, ¿ Quien no se ha adueñado de una estrella alguna vez no?
ResponderEliminarBeso grande querido!