Y recorro el contorno de tus manos, deseando que esas, tus manos de arroz, se entreguen al deseo de las mías. Las suelto, y deslizándome por el brazo izquierdo llego a tu sonrisa de agua de montaña. Caigo en el círculo vicioso de sacarte el flequillo de la cara y ponerlo en tu oreja que se acostumbra a mis vocablos vulgares, sabiendo que un mínimo movimiento del reloj lo va a volver a su lugar, y así seguir en la adicción de seguir enviciándome. Y cuando al fin mi deseo se vuelve el tuyo, caigo tembloroso en tus artimañas de mujer, que ocultas de día y que en la noche se vuelven agitaciones convulsas. Y entonces los gemidos y tus verbos y tus contratiempos se unen a mi higuera, y la sed de los dos es como agua con sal.
Nuestros cuerpos son uno, nuestras mentes son dos. Te veo levantarte y en mis pies corre la brisa matinal, como un escalofrío de temor. Perdiste la tentación, y la humedad te llenó de remordimiento. Corro detrás tuyo como buscando traerte otra vez, pero el flagelo de la llovizna te mojó la felicidad.
Me tapo hasta los ojos, no quiero despertar sin respirar.
Regresaste repartiendo letras con olor a brisa y a llovizna..., q como siempre es un placer inmenso leer!
ResponderEliminarAbz enorme y cariños,
Male.
Gracias Male por estar siempre, leer mis cosas y comentar... Me alegra mucho tenerte por aca y me levanta mucho el ánimo leer tus críticas...
ResponderEliminarTe mando un abrazo grande.
me gusta(n) y me compro la chocolatada en el kiosko del frente igual
ResponderEliminar(subí el que me mostraste el otro día!!)
besazo ruidosísimo.
ay, Alvarin.
ResponderEliminarMe quedé así...como con ganas de seguir creando imágenes....
que hermoso este escrito, por dió!
Te quiero.
Celes
¿A que haces referencia en la metafora que habla de manos de arroz?
ResponderEliminarEhhh Alva! Me gustó mucho. Seguí invitando. Saludos. Julián.(No sabia como elegir el perfil)
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