Diez son los mencionados en cuestión, que se reparten en dos grupos de igual cantidad, obteniendo así un total de cinco en cada pie. El pie es un caracter imprescindible en el acto de caminar y sus derivados, ya sea correr, andar en rollers, patineta, jugar al pan/queso/pan/queso/pan ¡gané!, o escarbarse entre los dedos con sus primos hermanos: los dedos de la mano. Otra de las actividades más placenteras que pueden realizarse con los dedos del pie como eje central, es sacarse la mugre de las uñas. Esta labor puede llevarse a cabo de diferentes maneras y con diferentes elementos contundentes. Entre las formas más comunes encontramos el estar sentado frente a una computadora, realizando la extracción de tierra (o tiesha, para nuestros compatriotas santiagueños) con la/s uña/s de algunos de nuestros miembros superiores. Si el entusiasta emprendedor no tiene las facultades técnicas para hacerlo de esta manera, puede recurrir a otros componentes, tal es el caso de una tijera pequeña, un chuchillo tramontina (o tenedor, en su defecto), un escarbadientes (o moldadientes, terminología para las clases sociales elevadas) o con una cuerda de guitarra vieja, que encontramos tirada en el piso, al mejor estilo hilo dental, en caso de absoluta desesperación. Un capítulo extraído del “manual de variaciones y comportamientos facultativos de las patas” del Dr. Patinelli, nos aconseja realizar el desarraigo de polvo luego de haber jugado un partido de fútbol o haber hecho una caminata de dos horas, para que las pezuñas adquieran su "oloridad característica". No debemos olvidar, luego de llevar a cabo estos indefectibles acontecimientos, acercar los deditos de la mano involucrados en la actividad a nuestras fosas nasales, que es lo que le da un toque primordial a todo el ritual. Una vez hecho todo esto, podemos ir abriendo la canilla de la ducha, y bañarnos como dios manda.